La escasez de personal de enfermería en el país no solo se refleja en cifras nacionales bajas, sino también en una profunda desigualdad territorial. Mientras que Lima y la costa concentran la mayoría del personal, en regiones de la sierra y la selva apenas hay entre 10 y 12 enfermeras por cada 10.000 habitantes, lo que limita gravemente el acceso a una atención de salud oportuna y de calidad en las zonas más alejadas.

Lima, Perú. – Según estimaciones del Colegio de Enfermeros del Perú y datos internacionales, el país cuenta con entre 23 y 27 enfermeras por cada 10.000 habitantes, una cifra que lo ubica muy por debajo de los estándares de los sistemas de salud más desarrollados. Esto significa que en muchas localidades, un pequeño grupo de profesionales debe cubrir miles de atenciones, lo que multiplica la carga laboral y aumenta el riesgo de deficiencias en la atención.
Comparación internacional
El contraste con otros países es notable. El promedio de la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos) se sitúa en 92 enfermeras por cada 10.000 habitantes, y algunos de sus miembros superan las 110 por 10.000. Por otro lado, la OMS ha establecido un umbral mínimo de 44.5 profesionales de salud (sumando médicos, enfermeras y obstetras) por cada 10.000 habitantes para garantizar una cobertura adecuada.

¿Cuántas enfermeras hay en el Perú?
De acuerdo con registros del Colegio de Enfermeros, en el país ejercen más de 116.000 profesionales de enfermería formalmente colegiados, y algunas proyecciones elevan la cifra a alrededor de 125.000 para 2025. Sin embargo, la distribución es profundamente desigual, la mayoría se concentra en áreas urbanas y costeras, dejando a comunidades rurales con una cobertura mínima.
¿Por qué ocurre esta baja cantidad de profesionales?
Este déficit no se debe únicamente al número total de egresados, sino también a una combinación de factores estructurales. Entre ellos destacan:
- Acceso desigual a la educación superior: las escuelas de enfermería están concentradas en grandes ciudades, lo que limita la formación de jóvenes en zonas rurales.
- Falta de incentivos para la permanencia en regiones alejadas: las plazas en sierra y selva suelen tener menor infraestructura y condiciones laborales precarias, lo que genera alta rotación.
- Brechas salariales y de reconocimiento profesional: muchas enfermeras trabajan con contratos temporales, con bajos sueldos y sin estabilidad, lo que desincentiva el ingreso y la permanencia en el sector.
- Carga laboral excesiva: al ser pocas, las profesionales disponibles enfrentan turnos extendidos y desgaste físico y emocional, lo que también lleva a la migración hacia otros países o sectores.
En conjunto, estos elementos explican por qué, a pesar de contar con más de cien mil profesionales, el país no logra acercarse a los estándares internacionales y mantiene zonas enteras del territorio con una atención deficitaria.
Una brecha que exige soluciones urgentes
El déficit de enfermeras en el Perú no es solo una estadística, se traduce en salas de hospital saturadas, postas médicas sin personal y familias que esperan días para ser atendidas. Mientras otros países avanzan hacia estándares internacionales, el Perú sigue arrastrando una deuda histórica con su personal de salud.

Resolver esta brecha implica invertir en formación, garantizar condiciones laborales dignas y asegurar la distribución equitativa del recurso humano, especialmente en zonas rurales y amazónicas. Sin estas medidas, el país difícilmente podrá garantizar una atención de salud universal, oportuna y de calidad.