Freddie Mercury, el icónico vocalista de Queen, falleció en 1991 a causa de complicaciones derivadas del VIH, en un tiempo en el que aún no existían tratamientos eficaces para controlar el virus. El acceso a la terapia antirretroviral llegaría recién a mediados de los años 90, demasiado tarde para él y para millones de personas. A 34 años de su partida, la ciencia médica ha cambiado radicalmente: si hoy recibiera un diagnóstico de VIH, probablemente estaría vivo, con su salud controlada y una expectativa de vida como la de cualquier otra persona.

Lima, Perú. – Freddie Mercury fue mucho más que una voz poderosa; fue una figura cultural que rompió esquemas en la música y la identidad artística. Lideró a Queen con himnos que aún resuenan, como Bohemian Rhapsody o We Are the Champions, convirtiéndose en un ícono irrepetible.
Sin embargo, en la década de los 80 y principios de los 90, el VIH se convirtió en una de las crisis de salud más temidas del mundo. A falta de tratamientos eficaces y con un estigma social devastador, recibir el diagnóstico significaba enfrentar discriminación y, casi inevitablemente, la muerte. Mercury mantuvo su condición en silencio hasta 1991, cuando confirmó públicamente su diagnóstico apenas 24 horas antes de fallecer.

El VIH y la salud pública en aquella época
En los 80 y principios de los 90, no existía aún la Terapia Antirretroviral de Gran Actividad (TARGA), introducida recién en 1996. La mortalidad del VIH era alta en varios países y el desarrollo del Sida afecto a millones de personas. La falta de medicamentos funcionales y la imposibilidad de controlar la carga viral conllevaban un deterioro progresivo de la salud.
La muerte de Freddie Mercury simbolizó esta crisis global y visibilizó, aunque de manera dolorosa, el impacto del VIH en la cultura, el arte y la sociedad.

La ciencia y la salud en el presente (2025)
Hoy, la historia es distinta. Los antirretrovirales actuales permiten a las personas con VIH mantener su carga viral indetectable, lo que no solo protege su salud sino que también garantiza que no se transmita la infección a nivel sexual (principio I=I: Indetectable = Intransmisible).
La expectativa de vida para una persona diagnosticada y tratada a tiempo puede ser similar a la de alguien sin el virus. Además, existen opciones innovadoras como los tratamientos inyectables de acción prolongada, la PrEP como estrategia preventiva y ensayos clínicos en marcha para vacunas y posibles curas funcionales.

El contraste con la historia de Mercury
Si Freddie Mercury hubiera sido diagnosticado en 2025, habría tenido acceso a terapias eficaces que le habrían permitido continuar su vida y su arte con salud y dignidad. La diferencia entre el silencio forzado de los 90 y los avances actuales muestra cómo la ciencia ha transformado una infección que en aquel entonces parecía que no podía ser controlada.
Freddie Mercury no alcanzó a ver los avances que hoy salvan millones de vidas en el mundo. Su muerte fue un grito que marcó a una generación y visibilizó al VIH en medio del estigma. Hoy, mientras celebramos lo que sería su cumpleaños 79, recordamos que el VIH ya no es una condena, pero la lucha contra la discriminación y por el acceso universal al tratamiento sigue siendo un reto pendiente.
