Desde Chile, la brasileña Carla Rabay comparte su vida con VIH con autenticidad y esperanza. Madre, mujer de fe y creadora del Ministerio VIVOPOSITHIVAMENTE, ha transformado su diagnóstico en una plataforma de visibilidad y apoyo.

Lima, Perú. – Pichilemu, Chile. En medio del sonido del mar y la calma de una ciudad costera, Carla Rabay encontró la fuerza para dar un giro a su vida. Su diagnóstico de VIH, recibido a los 29 años, fue uno de los momentos más oscuros que recuerda. Sin embargo, ese mismo golpe se convirtió en la chispa de un camino distinto: el deporte como motor, la fe como sostén y la visibilidad como bandera. Hoy, Carla no solo habla de lo que significa vivir con VIH, también invita a otros a no esconderse, a derribar prejuicios y a reconocerse más allá del diagnóstico.
Un diagnóstico inesperado que cambió su historia
A los 29 años, Carla Rabay recibió la noticia que marcaría un antes y un después en su vida: vivía con VIH. Lo recuerda como “uno de los momentos más oscuros” que haya atravesado. No estaba en sus planes, ni siquiera lo consideraba una posibilidad cercana. Había escuchado del virus en el colegio, pero nunca en su entorno familiar o entre amigas. Para ella, el VIH era algo lejano, algo que le ocurría “a otros, no a mí”.
El impacto fue tan grande que necesitó tres días para comenzar a procesarlo. En ese tiempo, además, atravesaba una etapa de transformación junto a su pareja, marcada por su conversión al cristianismo y la restauración de su vida familiar. Justo cuando sentía que todo volvía a tomar rumbo, el diagnóstico apareció como un golpe inesperado.
“Fue un choque, no sabía cómo reaccionar”, recuerda. Pero aunque la culpa, el miedo y la inseguridad pesaban fuerte, algo dentro de ella le decía que un día iba a hablar de esto en público, que no podía guardarlo en silencio.
Lo que en ese momento parecía imposible se convirtió en la semilla de un camino que más adelante daría frutos: el de la visibilidad y el acompañamiento a otras personas que, como ella, recibieron un diagnóstico que cambia la vida, pero no la define.

Cuidar el cuerpo, sanar el alma
Para Carla, el diagnóstico no solo marcó un antes y un después en lo emocional, sino también en lo físico. El deporte, que había estado presente en su familia desde siempre —su madre jugadora de voleibol y su familia paterna ligada a la natación— se convirtió en la herramienta clave para recuperar el equilibrio.
“Fue el miedo el que me impulsó a comenzar”, recuerda. Al leer sobre los posibles efectos secundarios del tratamiento, supo que debía hacer algo para cuidar su cuerpo. Ese temor inicial se transformó en pasión: con los años, el deporte dejó de estar ligado al miedo y se convirtió en su motor de bienestar.
El cambio fue evidente no solo en su ánimo y autoestima, sino también en sus controles médicos. Cada examen reflejaba una inmunidad fortalecida, validando lo que ya sentía en su día a día: que un estilo de vida saludable es un aliado poderoso frente al VIH.

El amor de Dios frente a los prejuicios humanos
Carla ya había abrazado la fe cristiana antes de recibir su diagnóstico de VIH. Para ella, la espiritualidad no fue una consecuencia de la noticia, sino un camino que ya transitaba junto a su esposo. Esa fe se convirtió en un soporte fundamental cuando debió enfrentar los prejuicios y la desinformación que persisten en algunos espacios religiosos y comunitarios.
Al llegar a una comunidad misionera, vivió en carne propia cómo la falta de información puede alimentar temores injustificados. “Me encanta cocinar y siempre esperaba que me invitaran a la cocina, pero nunca llegaba la oportunidad. Un día pregunté y me dijeron, con mucho cuidado, que tenían miedo a que me cortara y mi sangre pudiese infectar la comida”, recuerda.
Lejos de derrumbarse o comprometer su fe, decidió transformar esa situación en una oportunidad para educar. Compartió información científica, aclaró mitos y logró que, con el tiempo, la invitaran a cocinar para todos. “Fue hermoso, porque entendí que no era rechazo, sino falta de información”.
Desde entonces, Carla ha llevado su testimonio a iglesias y espacios de fe, convencida de que el amor de Dios se expresa también en la capacidad de aprender, abrazar y acompañar. “Creo que a través de la fe podemos sanar, pero también necesitamos educar. Hablar de VIH en las iglesias es necesario, porque solo así se derriban prejuicios y se construyen comunidades más humanas”.

Cuando el VIH atraviesa la vida de una madre
Carla fue madre muy joven, a los 17 años. Cuando recibió su diagnóstico, su hijo tenía apenas 12, una edad en la que ella pensaba, no podría comprender del todo lo que significaba vivir con VIH. Por eso decidió mantener silencio, compartir la noticia con sus hermanas y su madre, pero no con él.
Ese silencio, sin embargo, tuvo un giro inesperado. Fue su hijo quien descubrió la verdad al encontrar el frasco de medicamentos y buscar en internet qué significaba. “Yo quisiera que hubieras confiado en mí”, le dijo entonces, con una madurez que sorprendió a Carla.
Ese momento, doloroso y revelador, marcó un cambio en la relación entre ambos. La transparencia se volvió un pilar en su vínculo. Hoy, con 21 años, su hijo no solo la acompaña, sino que también habla con naturalidad sobre el tema con sus amigos. Incluso, la anima a seguir visibilizándose en redes sociales.
Desde su experiencia, Carla reconoce que la maternidad, atravesada por el estigma del VIH, la ha llevado a fortalecer su papel no solo como madre, sino como educadora y ejemplo de resiliencia. “La transparencia siempre ha sido fundamental, porque hablar de nuestra salud es parte de la vida”, asegura.
VIVOPOSITHIVAMENTE, un Ministerio digital que rompe silencios
De aquel proceso de silencio y sanación personal nació algo más grande que Carla misma: VIVOPOSITHIVAMENTE, el ministerio digital que creó para hablar sin miedo de lo que significa vivir con VIH. Para ella no es solo un espacio en redes sociales, sino un propósito entrelazado con su fe y su misión cristiana: acompañar, educar y brindar esperanza a quienes sienten que el diagnóstico es un final, cuando en realidad puede ser un nuevo comienzo.
Al abrir sus redes, Carla empezó a recibir historias que la conmovieron profundamente: jóvenes que no sabían a quién contarles su diagnóstico, mujeres que cargaban con la culpa y el miedo, personas que pensaban que su vida había terminado.
Muchos mensajes llegaban de madrugada, cargados de desesperanza, pero también de una búsqueda de contención. “Yo sé que hay mucho más allá que el diagnóstico, el virus no puede detenernos”, suele responder Carla, recordando que no somos un virus, sino personas llenas de proyectos, sueños y dignidad.
Ese flujo constante de testimonios se convirtió en una confirmación de que estaba en el camino correcto. Aunque nunca fue fácil exponerse, su autenticidad y su fe le dieron la certeza de que la visibilidad no solo transformo su propia vida, sino también la de miles de personas que la leen y se reconocen en ella.

Un mensaje de esperanza para quienes aún están sanando
En su testimonio, Carla no esquiva la dureza del diagnóstico ni el largo camino de sanación interior que atravesó. Reconoce que no fue inmediato ni sencillo, pero insiste en que el tiempo no debe vivirse como una condena, sino como una oportunidad para reconstruirse. Desde su experiencia, recuerda a quienes recién reciben la noticia que el miedo no define la vida y que es posible avanzar con apoyo, información y amor propio.
Con voz firme, invita a no quedarse en el silencio ni en el aislamiento: “buscar ayuda, rodearse de personas que comprendan y recuerden que no somos un virus, no somos un diagnóstico, somos mucho más”. Ese es el mensaje que hoy comparte con quienes aún están sanando: que la resiliencia no nace de negar el dolor, sino de transformarlo en motor para seguir adelante.
Un final que abre caminos
La historia de Carla Rabay es un recordatorio de que el VIH no define límites, sino que abre oportunidades para demostrar resiliencia. Su voz como mujer, madre, deportista y creyente revela que se puede vivir plenamente y transformar la vulnerabilidad en fuerza. En cada paso, Carla nos muestra que hablar del VIH con verdad y sin miedo no solo libera a quien lo hace, sino que también abre caminos de esperanza para quienes aún están buscando sanar.


Esta entrevista forma parte de VIHDAS IMPARABLES, la plataforma comunicacional creada, dirigida y producida por Josue Valera, transmitida por Radio Conexión Vida. El espacio busca visibilizar experiencias humanas detrás del diagnóstico de VIH, combatir el estigma y acercar a profesionales de la salud a las vivencias reales de sus pacientes.
Qué hermoso , mucho gozo en el corazón de ver mi esposa hablando con autoridad y libertad. Gracias por compartirlo. Bendiciones