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Iván Molina, una voz joven que transforma la respuesta al VIH desde Bolivia

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Dale play ▶️ y descubre cómo Iván Molina, desde Bolivia, transforma su diagnóstico en una historia de liderazgo, empatía y salud mental.

Lima, Perú. – Desde Oruro, Bolivia, Iván Molina recibió su diagnóstico de VIH a los 18 años. Hoy, con 22, es una de las voces más jóvenes en la respuesta latinoamericana al VIH, combinando liderazgo, empatía y acción para visibilizar la salud mental y los derechos de las juventudes. Iván, representa una voz firme en la defensa de la salud mental, la educación sexual y los derechos humanos de las personas que viven con VIH en su país y América Latina.

Iván Molina, es un joven andino de 22 años de la ciudad de Oruro, Bolivia. Es activista por los derechos sexuales y reproductivos desde los 18 años, y actualmente cursa la carrera de Derecho.

Un diagnóstico a los 18 años

Cuando Iván Molina recuerda el momento en que recibió su diagnóstico de VIH, lo hace con serenidad. “Fue totalmente normal”, dice. Había pasado por experiencias previas con resultados erróneos que lo habían llevado, sin quererlo, a informarse sobre el virus y a comprender su impacto más allá del miedo.

Aquel día, acompañado de una amiga, se enteró de su resultado en un centro de salud de Oruro. Su primera reacción no fue de angustia, sino de duda práctica: quería saber si el tratamiento sería gratuito. “Yo sabía que todo iba a estar bien”, recuerda. Esa calma no era indiferencia, sino fruto del conocimiento previo que había adquirido por iniciativa propia.

Sin embargo, el verdadero reto llegó después: enfrentar el silencio, el estigma y las preguntas sobre cómo contarlo. Iván entendió que no se trataba solo de un diagnóstico médico, sino de un punto de inflexión emocional y social que marcaría el inicio de su activismo.

Iván transformo su diagnóstico en una oportunidad para compartir información libre de estigmas en su comunidad.

Salud mental y acompañamiento

La salud mental se ha convertido en una de las principales banderas de Iván Molina. No siempre fue así, admite, pero una experiencia dolorosa cambió su perspectiva. Recuerda a un amigo con quien compartía conversaciones sobre el tratamiento y el día a día viviendo con VIH. “Hablábamos todo el tiempo, se sentía libre para contarme sus cosas”, relata. Días después, Iván recibió la noticia de que aquel amigo había decidido quitarse la vida. “Fue totalmente aturdidor. No supe cómo abordarlo en el momento”, confiesa.

Ese hecho marcó un antes y un después en su activismo. Meses después, decidió realizar una encuesta para conocer la realidad emocional de los jóvenes que viven con VIH en Bolivia. Los resultados lo sorprendieron: el 50 % confesó haber pensado alguna vez en quitarse la vida. “La salud mental tiene que ser un área protegida, tanto legal como socialmente”, afirma con convicción.

Para Iván, hablar de salud mental no es un lujo, es una urgencia. Por eso propone que las juventudes sean reconocidas como un grupo vulnerable dentro de los marcos legales, con el fin de garantizar acompañamiento y evitar que el estigma o la depresión limiten sus proyectos de vida. “Un joven con VIH puede tener sueños, estudiar, trabajar, enamorarse; pero necesita entornos que le recuerden que no está solo”, enfatiza.

Educación sexual y cambio de paradigma

Para Iván Molina, uno de los mayores desafíos en Bolivia no está solo en el acceso a tratamientos, sino en la forma en que se enseña la educación sexual. “A los jóvenes nos enseñan a tenerle miedo”, afirma con firmeza. Recuerda cómo, en su país, las charlas sobre sexualidad comienzan desde la advertencia y no desde la comprensión. “Nos hablan del embarazo como un castigo, de las ITS como una condena. Todo parte desde el miedo”, señala.

Con el tono reflexivo que lo caracteriza, Iván propone cambiar esa narrativa. “No se puede educar desde el miedo. Tenemos que enseñar que el sexo no es algo malo, sino parte natural de la vida”, explica. Para él, educar implica acompañar a las y los jóvenes a entender qué hacer ante una situación de riesgo, sin juicios ni culpas. “Hay que enseñarles que si tienen una relación sin protección, sepan a dónde acudir, cómo hacerse una prueba, cómo cuidarse”, agrega.

Su visión es clara: mientras la educación sexual siga basada en el miedo, los prejuicios seguirán reproduciéndose. “El miedo genera silencio, y el silencio genera más estigma”, concluye. Por eso, su apuesta es por una educación que hable del placer, de la responsabilidad y del autocuidado como actos de amor propio y libertad.

Iván Molina, forma parte del Consejo Juvenil del Fondo Mundial (The Global Fund).

Juventud, activismo y desafíos en la respuesta boliviana al VIH

Hablar de VIH en Bolivia —dice Iván Molina— sigue siendo un desafío, sobre todo fuera de las grandes ciudades. “No vivo en la capital, y todavía hay mucho silencio”, comenta. La distancia geográfica también implica brechas en la atención y en la información: en muchos municipios pequeños, las pruebas se hacen con menor frecuencia y el acceso a los tratamientos aún depende de los traslados.

Desde su experiencia en redes como REDBOL, J+LAC y el Consejo Juvenil del Fondo Mundial, Iván impulsa la participación juvenil en la respuesta nacional, convencido de que “no se puede construir una política de salud sin escuchar a quienes viven la realidad en carne propia”. Para él, las juventudes no solo deben ser beneficiarias, sino protagonistas: “Estamos cansados de que nos vean como receptores pasivos; también pensamos, proponemos y lideramos cambios”.

Sobre el panorama del país, Iván es realista: reconoce que el sistema de salud ha avanzado en cobertura, pero aún enfrenta carencias estructurales, especialmente en la distribución equitativa de medicamentos antirretrovirales y en la atención integral. “No basta con tener medicinas si no hay acompañamiento emocional, educación sexual ni espacios seguros para hablar”, enfatiza.

Más que una crítica, su mensaje es un llamado: fortalecer la respuesta boliviana desde una mirada joven, humana y descentralizada. “Mientras no integremos la salud mental, la educación sexual y la participación juvenil como ejes reales, seguiremos repitiendo errores”, reflexiona.

Una generación que transforma el silencio en voz

Con apenas 22 años, Iván Molina representa a una generación que no teme hablar del VIH desde la empatía, la ciencia y la esperanza. Su historia, lejos de centrarse en el diagnóstico, pone el foco en la reconstrucción: en cómo una noticia difícil puede transformarse en propósito. “Vivir con VIH no me define, pero sí me impulsa a actuar”, dice con una serenidad que solo tienen quienes han hecho las paces con su historia.

Con una voz firme y a la vez profundamente humana, Iván invita a mirar el VIH más allá del miedo y de las etiquetas. “El diagnóstico no te quita nada; te da la oportunidad de conocerte más y cuidar de ti”, afirma.

Su mirada combina la defensa de derechos con la empatía, recordando que la respuesta al VIH también debe cuidar la mente.


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Una conversación íntima sobre juventud, salud mental y visibilidad en la respuesta al VIH.
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Esta entrevista forma parte de VIHDAS IMPARABLES, la plataforma comunicacional creada, dirigida y producida por Josue Valera, transmitida por Radio Conexión Vida. El espacio busca visibilizar experiencias humanas detrás del diagnóstico de VIH, combatir el estigma y acercar a profesionales de la salud a las vivencias reales de sus pacientes.

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