Lima, Perú. – En el Día del Trabajador, cuando se celebra el valor del esfuerzo, el talento y la dignidad laboral, es imposible ignorar a quienes aún enfrentan desafíos por algo tan básico como el derecho a trabajar sin ser discriminados. Walter Herrera, médico mexicano y ganador del Premio a la Excelencia Académica en 2020, es uno de ellos; su historia es la de miles de personas que viven con VIH en América Latina, cuyo talento, esfuerzo y sueños se ven truncados por un estigma que, en pleno 2025, sigue viviendo en nuestra sociedad.
De estudiante ejemplar a médico silenciado
Walter nació en una familia de clase baja en Guanajuato, México, logro estudiar la carrera de medicina con una beca del 80%, superando todas las barreras socioeconómicas con disciplina y excelencia. “Tenía que mantener mi promedio por encima de lo normal para seguir teniendo mi beca, yo era como Hermione en Harry Potter”, dice entre risas; su esfuerzo rindió frutos: fue reconocido como el mejor estudiante de su promoción universitaria en la carrera de medicina. Pero nada lo preparó para lo que vendría después.
Durante su primer año de residencia en medicina general, camino a especializarse en neurocirugía, Walter recibió su diagnóstico de VIH, a pesar de ser médico y comprender la naturaleza del virus, vivió un proceso personal de autoestigma: “Me sentí sucio, como si me hubiera traicionado”.

Discriminación desde donde más duele: el sistema de salud
Lo más duro no fue su diagnóstico, sino lo que vino después. Por desconocimiento de sus derechos, Walter decidió informar a sus superiores en la residencia de neurocirugía sobre que vive con VIH y se encuentra en tratamiento antirretroviral. Lo que esperaba que fuera un acto de honestidad, terminó convirtiéndose en una sentencia profesional.
“Me dijeron que era un peligro para los pacientes, que no podía operar, ni siquiera tocar a nadie, me presionaron para renunciar”, nos cuenta Walter. A pesar de estar indetectable —es decir, no transmitir el virus por ser adherente al tratamiento— de igual forma fue víctima de acoso, aislamiento y violencia psicológica. “No podía dormir en la sala de guardia, no podía comer ahí, me pusieron apodos, se burlaban de mí”. Finalmente, fue coaccionado a firmar una carta de renuncia que no redactó. “Me dijeron que, si regresaba, iba a ser peor”.

El precio del silencio y la búsqueda de justicia
Tras su renuncia forzada, Walter cayó en una profunda crisis emocional y fue hospitalizado por un intento de suicidio. Su hermana al verlo en estado emocional publicó un video sobre su caso de discriminación y acoso, el cual se hizo viral y llevó su caso hasta la Comisión Nacional de Derechos Humanos y la Fiscalía; sin embargo, la respuesta institucional fue desalentadora: “La CNDH dijo que la culpa fue mía por haber informado. La Fiscalía nunca me asignó abogado”.
Hoy, con el apoyo de nuevos abogados y una red de personas que lo acompañan, Walter continúa su búsqueda de justicia. Su caso no es solo el de un profesional brillante, sino el de una sociedad que sigue arrastrando prejuicios de los años 80 y un sistema de justicia que falla en proteger los derechos fundamentales de las personas con VIH.
Discriminación laboral en cifras
El caso de Walter no es aislado. Según AHF Perú, más del 30% de personas con VIH han perdido un empleo o una fuente de ingresos debido a su diagnóstico, el 7% ha sido rechazado de ofertas laborales en el último año y el 21% ha sido discriminado en servicios de salud, y lo más alarmante: el 61% desconoce que existe una ley en Perú que prohíbe la prueba de VIH como requisito para contratar (Ley 26626 – 28243).
A pesar de que la ciencia ha demostrado que una persona con VIH en tratamiento y con carga viral indetectable no transmite el virus (Indetectable = Intransmisible), el estigma persiste en entornos laborales, y especialmente en el sector salud, donde debería haber mayor conciencia.

Un mensaje en el Día del Trabajador: el derecho a trabajar sin miedo
“Que no tengan miedo”, dice Walter al final de su entrevista. Vivir con VIH no te impide estudiar, trabajar ni soñar con superarte profesionalmente, lo que te detiene es la desinformación que aún existe en nuestra sociedad y el silencio que muchas veces aceptamos por temor a ser señalados, hay que denunciar, visibilizar, alzar la voz. No estás solo/a”.
En este Día del Trabajador, el testimonio de Walter Herrera nos recuerda que la lucha por los derechos laborales también incluye erradicar el estigma, defender la igualdad y garantizar que nadie sea obligado a renunciar por su diagnóstico.
Este artículo nace a partir de una entrevista realizada en el espacio VIHDAS IMPARABLES, un programa que amplifica las voces de personas que viven con VIH. En este episodio, el médico Walter Herrera comparte su testimonio con valentía, revelando las barreras invisibles que aún persisten en el ámbito laboral, si deseas conocer su historia completa, te invitamos a ver la entrevista completa en YouTube.
